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Custodiar el vacío

Publicado en

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Museo Insular

No 72 de la Revista Punto en Línea de la Universidad Nacional Autónoma de México 

LAAAO 

Vacío, a1 
Del latín vacîvus.

1. adj. Falto de contenido físico o mental.
2. adj. Dicho de la hembra del ganado: Que no está preñada.
3. adj. Dicho de un sitio: Que está con menos gente de la que puede concurrir a él.
4. adj. Hueco, o falto de la solidez correspondiente.
5. adj. vano (‖ arrogante, presuntuoso).
6. adj. p. us. Vano, sin fruto, malogrado.
7. adj. p. us. Ocioso, o sin la ocupación o ejercicio que pudiera o debiera tener.
8. m. Concavidad o hueco de algunas cosas.
9. m. Cavidad entre las costillas falsas y los huecos de las caderas.
10. m. Abismo, precipicio o altura considerable.
11. m. Movimiento de la danza española, que se hace levantando un pie conviolencia y bajándolo después naturalmente.
12. m. Falta, carencia o ausencia de alguna cosa o persona que se echa demenos.
13. m. Fís. Espacio carente de materia.
14. m. desus. vacante (‖ cargo o empleo sin proveer).

Custodiar, de custodia2

1. tr. Guardar algo con cuidado y vigilancia.
2. tr. Vigilar a alguien, generalmente a un detenido, para evitar que escape.

Entonces, como de cualquier sueño, me desperté con ese vacío profundo. El universo había dejado de ser. La historia del tiempo y la manera en que existíamos cambiaba por completo. El universo había decido parar. Los parámetros del orden y desorden no funcionaban. Aquí estaba. Aquí. Una parada arquetípica en el tiempo y espacio para encontrar líneas que no se fugan, que tensionan y que resisten. El vacío, tal vez también la ausencia del yo.

El vacío es extraño. El vacío es soledad.

Extraño / Raro
Extraño / Ausencia de la fuerza de tu corazón.

Algún estadio del universo nos llevó a la modernidad, los fenómenos de emergencia y los afectos tempestuosos llevaron a los sujetos a densificar el espacio, a des-bordar el paisaje; formando tumultos. Pronto hubo colisión de cuerpos que fluctuaban entre la esquizofrenia y el suicidio. Pronto el lenguaje se desarrollo en estructuras más melancólicas.

El universo estaba lleno de sujetos reiterando en sus pensamientos, fenómenos cuánticos, sobre lo excesivo de las pasiones. Preparando un devastador encuentro que acabaría con lo brillantísimo que parecía ser ese lugar. El universo había sido una fuerza insaciable que golpea en el fondo de nuestros cuerpos. Universo que permitió pensar en lo más descomunal, en el infinito; aquello a lo que el lenguaje contuvo con el concepto llamado amor. Lo había encontrado entre un tumulto de gente, el impetuoso universo parecía no estar vacío.

Amor, le había llamado amor. Recuerdo tus palabras taciturnas, casi patéticas; que no eran más que la repetición de los pensamientos que otros nos habían otorgado al pensamiento y lenguaje y que nada tenían que ver con tu cuerpo y tus ideas. El lenguaje había construido interpretaciones cargadas de situaciones que habría valido más no nombrarlas para no sentirlas.

No importaba ya nada esa mañana. El vacío estaba ahí. No sentía la fuerza dentro de mi esternón. Ante mi un paisaje vacío, con un horizonte abierto. Un espacio sin carga, dis-locación, ilegible en el que cualquier situación puede ser posible. Sólo quería ser dueña de este vacío, dueña de mí, y no quería volver a sentir ese ímpetu brotando e hirviendo en mí. Quería custodiar esa ausencia.

Al siguiente momento me di cuenta que el mar era lo que dibujaba el horizonte y no la tierra, por supuesto no había tierra; sino fina arena. Tendría que haber sido cerca de las seis de la mañana, pero en mucho tiempo no me percaté de cambios. El murmullo del mar. En el pasado, la soledad; parecía un asunto muy triste. Ahora la soledad, era interesante para no volver, para olvidar. Tal vez custodiar este vacío podría dar inicio al futuro.

El vacío es un desacoplamiento de la materia, un espacio entre filamentos que no contiene nada, ninguna galaxia. Entre los cálculos más exactos del universo que originan las matemáticas y la posibilidad mental de imaginar lo eterno, el lenguaje y nuestro patético previsto destino en el espacio; me había llevado a encontrarme ahora entre los filamentos de las galaxias y las amplias murallas del mar.

Todo es realmente recurrente en el universo, hasta el vacío, tú y yo estamos sucediendo en el pasado. Eso fue antes, otro momento en el universo; sin embargo ahora y en el futuro que iniciará en un par de minutos quisiera concederme olvidar: la ilusión de no ser materia.

¿Cómo se puede custodiar el vacío? ¿cómo se puede custodiar el vacío con el pensamiento? El cuerpo está cargado de recuerdos, somos volátiles. Yo soy. Yo también soy un sujeto que repite un lenguaje que no eligió, la patética melancolía que equivocó el concepto.

Error, me di cuenta que en el vacío los parámetros de orden y desorden existen. La geografía del vacío también deja de ser inconmensurable por le horizonte, se detiene en la frontera. Mi lengua sigue balbuceando. Vuelvo a ver el mar y la arena, a escuchar el murmullo del mar y todo sigue como cuando desperté. El vacío sólo es interrumpido por mi pensamiento o por mi habla. ¿Existe mi habla si nadie la escucha? ¿El fenómeno antropocéntrico no necesita de otro? No hay otro en este vacío.

El vacío posibilita saber sobre la evolución del universo. Cuanta más materia hay o no, estamos más o menos cerca de una galaxia. Existe un vacío, lleno de energía. Produce futuro, está hecho de lo mismo que creo el universo, nada o el cumulo de energía o de nada visible. Tal vez Dios.

Lo cierto es que el cuerpo debe carecer de capacidad de aturdimiento, poder dejar de pensar y borrar todas las impresiones de la superficie de todo lo que vivió. Una vez, desde el piso veintitrés; vi como alguien a media noche se arrojó al mar. A la par, fuegos artificiales en la orilla del mar. El estruendo despedazaba mis oídos, mientras mis ojos se abrían más.

Fui enredada de los nervios, yo lo había visto nadar y después flotar como una pequeña mancha que poco a poco desapareció en lo oscuro que se había tornado el mar. Había pasado cerca de media hora entonces, cuando mis ojos lo había perdido. Decidí bajar y esperar. Imaginaba la mañana siguiente con un cuerpo ya un poco hinchando en la orilla del mar. Volví a subir a la habitación. El borde de la muerte, el des-borde de la muerte. Nada, nadaba ya de regreso. Lo vi salir del mar. Sentí una increíble furia y quería gritarle por causarme tal desesperación a aquel que no conocía y que apenas alcanzaba a vislumbrar que en su figura era un hombre.

Fui al bar por más cerveza, en el fondo del lugar había un sujeto bastante alterado hablándole a una francesa que no expresaba nada. Él la amaba, parecía. Ella nada, ella vacía. Esta vez no me dejé enredar por la situación en el lugar como minutos antes. Bebí una cerveza y me fui a dormir.

El vacío existe entre los filamentos de las galaxias, el vacío existe cuando no nos acordamos que soñamos, en el momento en que dejamos de amar y cuando morimos; sin embargo nada deja de existir. Incluso sé que esa melancolía es dulce, que lo patético es haber errado el amor, el amor existe y es inaudito tanto como el vacío.

Todo lo observamos, incluso los vacíos. En el universo, existe un Gran Vacío. Cerca de la constelación de Bootes, localizado aproximadamente en ascensión recta 14 h 20 m y declinación 26º. Un día, a alguien se le ocurrió conceptualizar el vacío. Todo lo construimos. Me alejé de todo, me fui. La verdad es que me fui siete veces buscando no saber, hasta la octava en que me fui sin buscar. Ya no era yo.

Voy a custodiar el vacío en este documento de cerca de 1500 palabras, no importa ya si otro la lee. La sensación del vacío ha sido en principio sólo mía, no importa cuánto te la describa, sólo me pertenece en principio. Por ahora no me interesa llenar esto. La energía está contenida y no se desborda. Llegar a ninguno, perderse, es también parte de crecer. Esta es la primera vez que es real, que el vacío es perfecto. El abismo es dulce, azul, tiene un olor a sal. Quiero caer en este precipicio que llega al mar.

A mí me ocurrió el vacío; una mañana de finales de otoño a las seis y veinte de la mañana, en el piso veintitrés, en la habitación doce. Era un hotel de toque familiar, que seguramente había sido de lujo allá en los noventa, con vista al mar de Acapulco, que rara vez tenía el mar turquesa como esa mañana. El vacío es cuando el amor no pasa, pero el cielo aún brilla. Buenos días.

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